Monday, October 22, 2012

El polvorín bancario mexicano (parte 1/3)


La dimensión de la crisis financiera mexicana ha alcanzado niveles inéditos en la historia del país. Desde la explosión de la crisis del “tequila” en diciembre de 1994, el poder político no parece encontrar los mecanismos adecuados para fortalecer una de las bancas más débiles de América latina. Mientras el sistema lucha por obtener importantes inyecciones de capital, los escándalos por la ingerencia del narcotráfico en la banca y en la política son moneda corriente.


Con el costo de la quiebra del sistema bancario de México -equivalente al producto bruto interno (PBI) de Colombia- se podría pagar el total de la deuda pública externa mexicana. Financiar 2,7 veces la reconstrucción de Yugoslavia. Multiplicar por ocho el capital de todos los bancos que operan en México. Esa es la magnitud del problema que enfrenta la economía mexicana, cuya previsible solución será estatizar la cartera de créditos incobrables (85.000 millones de dólares, 20% del PBI), de hecho ya transferida al Estado en diciembre de 1994, en una desesperada acción para evitar que el sistema se paralizara. El monto del rescate bancario mexicano es el quinto más alto de los registrados en las últimas dos décadas. Según el Banco de México (Banxico), sólo es superado por el costo de la crisis financiera en Indonesia, 65% del PBI; en Corea del Sur, Tanzania y Chile, 33%; en Japón, 31% y en España, 22%.Para entender la crisis financiera mexicana es necesario tener en cuenta la compleja red de actores y situaciones entre los que intervienen la globalización de la economía, y un sector público que dice haberse modernizado, pero en el que las viejas prácticas y la corrupción siguen pesando. La penetración del narcotráfico en el tejido social e institucional agrava el cuadro.


En diciembre de 1994, a pocos días de asumir el nuevo presidente Ernesto Zedillo, la moneda mexicana se desplomó de 3,5 pesos a 7 pesos por dólar y las tasas de interés subieron del 17% a más del 100% anual. A fines de 1994 y comienzos de 1995 los bancos no podían cubrir sus posiciones en el mercado de dinero. Sus líneas de crédito en el exterior se habían cerrado y sus clientes no podían devolver el dinero tomado en préstamo. Muchas empresas aprovecharon la oportunidad de evitar regresar los préstamos declarándose en insolvencia o quiebra, otras no tuvieron otra alternativa y a un millonario número de familias que se habían aventurado a realizar el sueño de la casa propia la suba de las tasas de interés y la fuerta caída del salario real les esfumó la ilusión. Un alto porcentaje de la cartera de créditos pasó a la categoría de morosos, que en poco tiempo más se transformaron en incobrables.


Para enfrentar esta coyuntura, la autoridad económica utilizó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), un fondo de contingencia creado en 1990, durante la gestión del presidente Carlos Salinas de Gortari, para hacer frente a una posible crisis económica y bancaria. Los bancos transfirieron allí toda su cartera con problemas, en el supuesto de que la crisis era pasajera y que los deudores normalizarían sus pagos una vez que se recuperara el crecimiento de la economía,. La historia fue otra. En 1995 el PBI cayó 4,35% en promedio por trimestre.


Ante el fracaso de todas las medidas para normalizar la situación, el gobierno optó por proponer la conversión de la deuda bancaria en deuda pública. Se creó el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) que cumple la misma función del Fobaproa, pero además se encargará de administrar y vender los bancos en quiebra. Por primera vez en la historia bancaria de México, este año se contrató a un especialista para auditar todo el sistema bancario. En julio, el canadiense Michael Mackey documentó “el registro de múltiples irregularidades cometidas entre 1991 y 1994 “, a pesar de que sólo pudo trabajar en forma parcial, debido a que una parte de las carpetas de concesión de créditos (posiblemente destinados a la financiación de las campañas del gobernante Partido Revolucionario Institucional, PRI) no le fueron entregadas por la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, amparadas por el secreto bancario. Según el informe de Mackey “la banca mexicana olvidó las buenas prácticas financieras y optó por la irregularidad y el rescate de las instituciones crediticias. Fue un escandaloso fraude, porque muchos bancos aprovecharon la oportunidad que abrió el gobierno con el Fobaproa para resolver sus problemas”1.


La banca mexicana es uno de los sistemas más débiles de América Latina. A casi cinco años de la crisis financiera iniciada en diciembre de 1994, los bancos comerciales que sobreviven aún se encuentran en fase de reestructuración y consolidación. Según la opinión de sus directores, la única solución es que el sistema financiero recupere el nivel de crédito, que cayó un 68% entre 1995 y 1999. La captación de depósitos ha caído de un máximo histórico de 36,6% del PBI en 1995 a 26,4% en abril de 1999. El saldo del crédito de la banca en 1999 apenas representa 10,8% del PBI, es decir, 5,4% menos que el registrado en 1997 y tan sólo la tercera parte de lo que se otorgó en 1994. Esta proporción es la más baja de los últimos 18 años.


 



El polvorín bancario mexicano (parte 1/3)

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